viernes, 18 de febrero de 2011

El Gran Enjuague

Un fondo opaco necesariamente tenía que ser para operaciones opacas. Ése es el verdadero escándalo
Día 17/02/2011

Es funcionario de carrera. Nivel alto en la escala administrativa de esa Junta de Andalucía cuyo Gobierno quiere colar de matute a veinte mil estampillados de las empresas públicas. En diciembre salió a la calle con otros cincuenta mil manifestantes a protestar contra la maniobra clientelista del griñanismo. «Y nos llamó fascistas un mocoso del PSOE que tendría pantalones cortos cuando algunos luchábamos por la autonomía de la que come sin merecerlo». Le pregunto por el escándalo de los ERES, pide otro café y se suelta como un torrente.

«Os estáis equivocando en los medios. Desenfocáis el núcleo del problema. Lo verdaderamente grave no es que hayan incluido en las prejubilaciones a hombres y mujeres de paja del PSOE y de la UGT; eso es la punta de la trama de financiación irregular que acabará saliendo si se investiga bien a los comisionistas y el rastro del dinero, pero el asunto nuclear es otro. Tiene que ver con la estructura administrativa que propicia el fraude. ¿Tienes tiempo?».

«Mira, el verdadero escándalo está en el procedimiento. Casi setecientos millones de euros entregados a una agencia pública para emplearlos sin control administrativo, sin fiscalización previa. Un fondo opaco que necesariamente tenía que ser para operaciones opacas. Sólo la idea en sí ya es irregular. Qué digo irregular: es una perversión. ¿Y sabes quién era el consejero de Economía y Hacienda, el que dirigía el presupuesto que contemplaba el trasvase? Sí, Griñán, el actual presidente que dice no haberse enterado de nada y que son cuatro pillos».

«Se trataba de financiar expedientes de crisis de determinadas empresas, las que ellos quisieran, porque al tratarse de dinero opaco lo podían manejar a su antojo con la complicidad sindical. Y lo manejaban a través de intermediarios del partido, claro, que son los que reparten comisiones y financiación turbia. Aquí está la otra pata del gran fraude: los despidos y jubilaciones subvencionadas tienen un procedimiento reglado, transparente, que no necesita comisionistas. Los utilizaban porque proponían expedientes que no habrían pasado control. Iban a las empresas en crisis, tantas como hay, y les decían: tienes problemas, por qué no te acoges a esto, yo lo gestiono. Los empresarios veían cielo abierto y cerraban los ojos; ¡les buscaban dinero público para echar a la gente! Todo iba como una seda, claro; los brokers llegaban con una aseguradora que pagaba las primas y luego ellos añadían unos cuantos nombres falsos a la lista de bajas incentivadas, a menudo fraudulenta también porque los sindicatos no sólo no chistaban, sino que participan en el enjuague a dos manos».

«Y ahora vuelvo al principio, a la opacidad deliberada del procedimiento: ¿tú crees que esto lo habrían consentido interventores oficiales y funcionarios de carrera? La pregunta crucial es a quién se le ocurrió la idea…y para qué. No lo olvides…»